sábado, 14 de septiembre de 2013

Roscos de anís

Aún recuerdo  ver a mi madre haciendo los roscos de anís, para cualquier acontecimiento que celebrábamos en casa o si esperaba una visita a la que quería agradar especialmente.

Yo la ayudaba siempre pues me encantaba que los hiciera, al principio solo me dejaba hacer, cuando ya quedaba poca masa, lo que nosotros llamábamos  “palotes”, que era lo que ahora llaman “huesos de santo”.  Según fui creciendo  ya me dejaba participar más activamente y, bajo su continua vigilancia, podía darles la vuelta y sacarlos, para  lo cual me tenía que subir a un taburete para llegar a la sartén.

Hace unos días, se celebraron las fiestas de la Virgen del Campo, la copatrona de Ribadeo y pusieron muchas casetas de fería y, al pasar entre ellas me llego el olor tan familiar de los roscos de anís que hacía mi madre, los estaban haciendo en una de las casetas. 

A pesar de mi “régimen perpetuo” no me pude resistir y compre media docena, calentitas aún,  antes de llegar a casa ya me había comido una de ellas. Las otras cinco las compartí con mi marido, pero la que se llevó la mayor ración fui yo.

Desde entonces, todos los días me levantaba con la intención de hacer unos pocos roscos, pero por unas causas u otras hasta hoy no encontré el momento oportuno.

Me han salido riquísimos y, como no puedo invitaros, al menos quiero compartir la receta con vosotros.


Ingredientes: 2 huevos, 100 g de azúcar para la masa y azúcar para rebozarlas, 80 ml de leche, 80 ml de aceite de girasol para la masa y aceite de girasol para freírlas, 70 ml de anís, la ralladura de un limón, 1 cucharada de levadura Royal, una pizca de sal y la harina. 

Con relación a la harina conviene tener en cuenta en esta receta lo siguiente, decía siempre mi madre, que era la experta, que  había que poner la harina que admitiera, es decir cuando la masa quedara blanda, elástica y ligeramente “pegajosa”, yo he puesto casi 400 g de harina (pero es mejor echar un primer golpe de  300 g e ir añadiendo poco a poco hasta que la masa este en “ese” punto que os he indicado antes, si añadimos demasiada harina la masa se manejará mucho mejor, pero los roscos quedarán más duros).

Elaboración: batimos los huevos con el azúcar, después vamos añadiendo los líquidos, la leche, el aceite y el anís. Sin batir demasiado, solo hasta que se integran.  Después añadimos la ralladura de limón, batimos otro poco,  y por último incorporamos la harina, en las cantidades que anteriormente indique,  previamente tamizada y mezclada con la levadura y la pizca de sal. 

Batimos la mezcla hasta que la harina está integrada y cuando comprobamos que la masa está en su punto la dejamos reposar durante , más o menos, una hora, tapada con un paño. 

Transcurrido ese tiempo, nos untamos un poco de aceite en las manos y vamos cogiendo porciones de masa, haciendo con ellas una bolita, como si fuesen albóndigas y las dejamos sobre papel de horno, para que no se peguen.  Cuando tenemos unas cuantas hechas ponemos a calentar el aceite en una sartén honda o un cazo. 
Cuando ya está en su punto el aceite, no demasiado fuerte para que no se “arrebaten” por fuera y queden crudas por dentro cogemos las bolitas una a una (siempre con las manos bien engrasadas de aceite) y  les hacemos un agujero con un dedo en el centro para darles la forma, las estiramos para agrandar el agujero y las introducimos en el aceite.


Al echarlas en la sartén primero se quedan abajo y luego emergen a la superficie, yo lo que hago para que queden más redonditas y con el agujero más amplio, es meter el tenedor en el hueco girarlas  mientras todavía no han subido, pero, si os resulta complicado, podéis obviar este paso.



Se vigilan y cuando ya han cogido color por ambos lados, se sacan a un plato con papel absorbente y cuando están un poco templadas se rebozan con azúcar y se ponen en una fuente.

martes, 3 de septiembre de 2013

Flan de mango

Hace unos días, me invitaron a un cumpleaños y había varias tartas, todas caseras y riquísimas, pero a mi marido (que aborrece los huevos) se le hicieron los ojos chiribitas cuando descubrió que una de ellas, que tenía toda la apariencia de un flan, no llevaba huevo, así que, sin ningún reparo pedí la receta, y en cuanto llegué a casa se me hizo tarde para prepararla:



Ingredientes: 1 sobre de gelatina de limón,  500 ml de nata para montar, 1 bote mediano de mango en almíbar, un frasco de caramelo líquido y 4 cucharadas de azúcar


Elaboración
Se pone a escurrir el almíbar del mango


En un cazo se pone a calentar la nata con el azúcar y el almíbar, cuando está a punto de hervir  se le añade el sobre de gelatina de limón y se remueve para disolverla.   Se reserva.


Se unta un molde con caramelo líquido y se forra el fondo con las rodajas de mango.


Cuando la mezcla anterior esté tibia  se vierte en el molde  y se mete en el frigorífico, tiene que estar un tiempo mínimo de dos horas para que la gelatina haga su efecto.  Pasado ese tiempo se vuelca sobre una fuente.


Variaciones: la tarta se puede hacer con piña en almíbar, en este caso se  pone la gelatina de piña y también, para hacerla más ligera se puede sustituir la nada por leche.


Como podéis ver además de ser una tarta riquísima es muy sencilla de preparar, os la recomiendo.